
A lo largo de la vida todas las personas nos enfrentamos a situaciones difíciles. La pérdida de un ser querido, un despido laboral, una ruptura sentimental, el padecimiento de una enfermedad grave, o vivir una catástrofe natural, son circunstancias estresantes y traumáticas a las que las personas tenemos que enfrentarnos y adaptarnos en algún momento de nuestras vidas.
Desde el pasado marzo, la COVID-19 ha impactado en nuestras vidas, desestabilizándonos y cambiando nuestros esquemas sobre el funcionamiento del mundo. Ha supuesto un cambio en nuestra rutina laboral y nuestra vida social y familiar al que nos hemos tenido que adaptar y sobreponer.
¿Y qué es lo que nos permite adaptarnos a las situaciones traumáticas? ¿Por qué algunas personas parecen ser más capaces que otras de superar las adversidades?
La respuesta a todo ello se llama RESILIENCIA. La resiliencia es la capacidad de afrontar las adversidades y ser capaz de adaptarse a ellas de manera exitosa. Permite que nuestros recursos psicológicos se reestructuren en función de esas nuevas circunstancias y nuestras necesidades. Así, las personas resilientes no solo son capaces de afrontar adecuadamente las adversidades que les ha tocado vivir, sino que utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Origen del Concepto de Resiliencia.
El término resiliencia procede del latín (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1997), de la palabra resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. La RAE la define como la resistencia de un cuerpo a la rotura por golpe, la fragilidad de un cuerpo decrece al aumentar la resistencia, o la capacidad de un material de recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora.
El primer autor que empleó este término fue John Bowlby, el creador de la teoría del apego, pero fue Boris Cyrulnik, psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y etólogo, el que dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología en su bestseller “Los patitos feos”. Este libro se ha convertido en un referente para entender el concepto de resiliencia. Para el autor, los patitos feos son una analogía de las personas heridas que pueden transformarse en bellos cisnes, es decir, en personas resilientes.
La Resiliencia y la Neurociencia.
La resiliencia puede ser considerada como una función o propiedad compleja de los sistemas biológicos, que opera en los diferentes niveles o sistemas de organización de los seres vivos: desde el nivel molecular y celular, hasta el nivel social y de adaptación ambiental.
La neurociencia define el estrés como el conjunto de respuestas de un organismo frente a los cambios y estímulos que atentan contra la homeostasis o equilibrio dinámico de nuestro organismo. En íntima relación con el concepto de estrés, aparece el término alostasis que se refiere al proceso activo mediante el cual el organismo responde a los cambios diarios, manteniendo la homeostasis o equilibrio dinámico. La resiliencia haría referencia al concepto de alostasis. La resiliencia permite al organismo adaptarse a las situaciones y a los cambios permanentes; por un lado, mantiene la homeostasis de las funciones biológicas principales, y por el otro, hace posible que el sistema regrese a un estado previo de funcionamiento fisiológico adaptativo, cuando un factor estresante provoca daño o alteración.
Otro concepto clave en la explicación neurocientífica de la resiliencia es la neuroplasticidad, o la capacidad cerebral de modificar su estructural y funcionalidad en función de la experiencia. Gracias a esta capacidad, el cerebro es capaz de adaptarse al estrés (función principal de la resiliencia). Recientes investigaciones científicas, han descubierto que al potenciar la resiliencia se producen cambios estructurales en el cerebro: Neurogénesis o generación de neuronas en el giro dentado y remodelación dendrítica en el hipocampo.
Características de las personas resilientes.
- Son sociables y empáticas. Se nutren de un entorno social amplio, desarrollando buenos vínculos o lazos afectivos con sus seres queridos. De esta manera, en momentos difíciles cuentan con gran apoyo emocional de familiares y amigos que les ayuda a afrontaros adecuadamente.
- Creativas. Una persona resiliente es capaz de transformar su experiencia dolorosa o traumática en algo útil y positivo.
- Toleran y gestionan adecuadamente las frustraciones y la incertidumbre.
- Poseen una buena autoestima o visión positiva de ellos mismos. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos. Las personas con alta resiliencia confían en sus capacidades y son conscientes de sus potencialidades y limitaciones o defectos.
- Optimistas y con buen sentido del humor. Estas personas desarrollan un optimismo realista, centrándose en los aspectos positivos, disfrutando de los retos y viendo las dificultades como oportunidad de aprendizaje. Son capaces de reírse de la adversidad. La risa es su mejor aliada, ya que les ayuda a mantener el optimismo.
- Son flexibles ante los cambios, generando nuevas estrategias de solución. Son capaces de adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. No se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin ceñirse de manera obsesiva al plan inicial.
- Son perseverantes en conseguir sus metas y objetivos. Las personas con un alto nivel de resiliencia no se desmotivan ante las situaciones adversas, sino que son capaces de ver más allá de esos momentos y no rendirse. Poseen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, aprender y crecer.
- Gestionan adecuadamente sus emociones: Las personas resilientes tienen una mejor salud emocional, ya que son capaces de enfrentarse a los estresores vitales y a las adversidades con una menor intensidad de estrés y de malestar emocional.
- Poseen conciencia del presente: Son personas que, incluso sin ser conscientes de ello, suelen practicar la atención plena al momento presente, comúnmente llamado Mindfulness. El pasado y el futuro no forman parte del interés de estas personas, por lo que no suelen percibir remordimientos ante hechos pasados, ni malestar por la incertidumbre del futuro. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan y disfrutan de los pequeños detalles sin perder la capacidad se asombrarse ante la vida. Recientemente, Richard Davidson, en sus estudios en neurociencia, señala que el entrenamiento en atención plena nos dota de recursos para desarrollar y potenciar la resiliencia.
¿Cómo fomentar el desarrollo de nuestra resiliencia?
1. Establece relaciones afectivas y acepta ayuda y apoyo emocional en momentos dolorosos.
2. Acepta que las adversidades y los cambios son incontrolables y forman parte de la vida.
3. Comienza a ver los problemas como retos a superar.
4. Confía en ti y en tu capacidad de afrontar y resolver los problemas.
5. Conócete: Desarrolla tus fortalezas y acepta tus debilidades.
6. Crea metas realistas en base a tus fortalezas y debilidades y ¡Persíguelas hasta conseguirlas!
7. Cuídate: Realiza con regularidad actividades que te resulten placenteras y gratificantes. La práctica habitual del Mindfulness te ayudará a recuperarte más facilmente de los momentos dolorosos.
¡RECUERDA! Que una persona posea una gran resiliencia no significa que no experimente dificultades o malestar psicológico. A lo largo de nuestras vidas todos sentimos tristeza, incertidumbre o dolor. Ser resiliente significa que, a pesar de las adversidades y del gran impacto que tenga en nosotros, seamos capaces de sobreponernos a ellas y adaptarnos a esa nueva etapa vital. La resiliencia se trata de un conjunto de pensamientos, emociones y conductas que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.
Los cambios y las adversidades de la vida son incontrolables, pero sí está en nuestras manos poder potenciar esta capacidad que nos ayuda a afrontarlos positivamente.
Y tú…¿te consideras una persona resiliente?

REFERENCIAS
- Web de la Asociación Americana de Psicología (APA): https://www.apa.org/centrodeapoyo/resiliencia-camino
- Becoña, E. (2006). Resiliencia: definición, características y utilidad del concepto. Revista de psicopatología y psicología clínica, 11(3), 125-146.
- Grané, J. y Forés, A. (2019). Los patitos feos y los cisnes negros. Resiliencia y neurociencia. Barcelona: Plataforma Editorial.
- D’Alessio, L. (2008). Mecanismos neurobiológicos de la resiliencia. Buenos Aires: Editorial Polemos.